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"2001: la conquista del espacio"

El hombre contra la máquina. Este recurrente escenario de la ciencia-ficción lo vivimos, a diario, casi sin darnos cuenta en nuestras calles. Por desgracia no es un campo de batalla incruento. Ahora, con los grandes proyectos de aparcamientos en el centro de Vitoria, el coche consolida su aplastante superioridad. Por fin conquista el corazón de la ciudad, rendida con las bendiciones oficiales.

Los espacios públicos peatonales y gratuitos definen la calidad de una ciudad. También disputados por las superficies comerciales de modelo americano (grandes contenedores de comercio y ocio), son consumidos por el coche con voracidad. No hace mucho tiempo parecía que la convivencia entre tráfico rodado y viandantes aún era posible. Sin embargo nuestras ciudades han cambiado de aspecto, han sido invadidas por una masa de vehículos que las han transformado, desvirtuado y supeditado al imperio del coche como elemento dominador de nuestro espacio publico. Además el vehículo motorizado se reproduce con rapidez, ya es corriente, no uno sino dos o más coches por familia.

La introducción del automóvil hace que la calzada se imponga sobre las zonas de aceras para favorecer la movilidad de la máquina. Tras este cambio, se crea una auténtica revolución en la forma de utilizar la ciudad y en la mentalidad de los ciudadanos. Se impone como natural y necesario algo que no existía: la prioridad de los vehículos sobre los viandantes, obligados estos a transitar por espacios delimitados con el pretexto de preservar su seguridad, ocultando el verdadero objetivo de facilitar el movimiento del vehículo. Es, en ese instante, cuando el ciudadano asume su inferioridad y a partir de ahí, la ciudad no hace más que adaptarse a las directrices que le marca. Nuestras calles se encuentran llenas de cadáveres metálicos en reposo, peligrosos y amenazantes en su movimiento, exigentes en la solución de su falso problema, privilegiados en la ocupación de la ciudad. El arquitecto Richard Rogers, en el reciente congreso de urbanismo de Barcelona, defiende vaciar la ciudad de coches para recuperar la calidad de vida. Necesitamos reconquistar la calle para relacionarnos, dialogar y convivir.

Ahora, Vitoria se encuentra en la encrucijada; se proyectan aparcamientos en el centro, el coche invade así, el corazón de la ciudad. Pero no debemos solucionar los problemas del automóvil a costa de disminuir el valor espacial urbano y anular la gran calidad ambiental de nuestros parques y plazas. La experiencia indica que estas cualidades se ven mermadas por rampas de acceso, entradas para conductores, torres de ventilación, cajas de ascensores... que el coche resuelva sus problemas en su propio terreno, y así, en nuestra ciudad, lo oportuno son aparcamientos subterráneos longitudinales en las grandes vías de comunicación como Avenida de Gasteiz y Los Herrán, medidas ya adoptadas en otras ciudades.

Por el contrario, apuestas como el aparcamiento del parque de la Catedral Nueva hipotecan espacios con otros usos y grandes zonas verdes consolidadas de gran valor medioambiental. Estos proyectos resultan por lo menos discutibles cuando aparcamientos disuasorios como los de la Plaza de Toros y San Martín los encontramos medio vacíos, incluso al más céntrico de Juan de Ayala le ocurre lo mismo.

Es necesaria una política rotunda y decidida que potencie el transporte público incluido un impulso definitivo al tranvía, sin olvidar el transporte escolar que disuada el uso del vehículo privado; además si logramos disminuir considerablemente los aparcamientos en superficie de nuestras calles, veremos mejorada la calidad urbana.

Debemos rechazar cualquier decisión de los poderes públicos que privilegie el coche por encima de la persona. El economista y sociólogo francés Alfred Sauvy, ha estudiado una de las paradojas de nuestro tiempo: "el ansia por la movilidad nos conduce a la inmovilidad".

Pablo Carretón. Arquitecto.